Eran las 4.16 de la madrugada del 23 de noviembre cuando las cámaras de seguridad del Centro de Monitoreo de San Miguel de Tucumán captaron a dos sujetos que arrancaban cables de un poste del alumbrado eléctrico. El tironeo se cortó hasta que tuvieron unos metros del cableado entre las manos, que luego ubicaron en unas bolsas. Casi todo estaba a oscuras en avenida Coronel Suárez y Bernabé Aráoz. A los pocos minutos fueron interceptados por la Patrulla de Protección Ciudadana.
No hay muchos más videos sobre estos ilícitos porque -según fuentes municipales- la mayoría ocurrió fuera de las cuatro avenidas. Pero ese video es una muestra de lo que pasó en 2022: se robaron del alumbrado público de la capital unos 98 kilómetros de cables. Como para tener una imagen visual: se trata de la distancia que separa San Miguel de Tucumán con la ciudad de Alberdi, aproximadamente. Esa cantidad de cables representa unas 39 toneladas.
Robo récord
El número impacta, más si se traduce en el gasto de reposición: un metro de cable puede llegar a valer $ 1.200, de acuerdo a lo que detalló Enzo Mazzucco, titular de Alumbrado Público de la Capital. Entonces, el Municipio tuvo que reponer tendido eléctrico por un monto de más de $ 117 millones. Esos datos no tienen en cuenta el pago por la mano de obra o el alquiler de maquinaria que requiere trabajar en altura, aclaró el funcionario.
Si bien hace un año y medio que Mazzucco trabaja en esta repartición, contó que en el año pasado se marcó un récord en ese tipo de ilícito: “antes sustraían tapas del alumbrado público pero no se llevaban los cables”.
Pero estas sustracciones no suceden sólo en la capital, aunque varían por mucho los números. Por ejemplo, según el intendente Carlos Gallia en Lules se robaron sólo 150 metros durante 2022.
El Bosque, a oscuras
Las calles oscuras de la periferia nos harían pensar que esos sectores alejados del corazón de la ciudad serían los blancos de quienes se dedicaron todo el año a robar cables. Pero no. Un barrio con graves problemas de cloacas se sumó otra problemática más. Mazzucco señaló a El Bosque como el lugar que llamativamente tuvo más sustracciones ilegales del cableado. “No sabemos por qué, aunque creeríamos que la misma persona se dedicaba a ese barrio; por la forma en que robaba y suponemos que tenía conocimientos sobre electricidad. Hablo en pasado porque hace como tres semanas que no registramos robos allí”, contó.
El listado de zonas complicadas no se detiene en ese barrio. El año pasado otros sectores estuvieron a oscuras por la misma problemática: la zona de plazoleta Mitre hacia el noroeste (llegando a “La Bombilla”); también el cuadrante comprendido entre avenida Alem, San Miguel, Italia y Paraguay; en la extensión de casi toda la calle Suipacha (“de allí nos robaron unos 140 metros de cableado aéreo hace pocas semanas”); en la zona de San Luis y Crisóstomo; y en los accesos a Manantial Sur. En estos puntos los robos fueron de cableado aéreo, por el contrario -según Mazzuco- en los accesos a la capital suelen sustraer los cables internos de los postes de luz.
Mercado negro
“Hicimos denuncias en diferentes comisarías, pero nos dicen que no pueden prevenir. Hasta fuimos invitados a allanamientos para determinar si los cables de cobre hallados eran de nuestro tendido eléctrico. Eso es difícil de determinar, porque ya tenían los cables pelados para vender el cobre en desarmaderos o chatarreros”, agregó.
Según un relevamiento de nuestro diario, que coincide con fuentes municipales, el kilo de cobre se vende en el “mercado negro” desde $ 500 a $ 1.000.
EDET no lo considera una problemática relevante, y eso tiene una explicación, tanto para la empresa como para el Municipio. Cuando suceden los ilícitos, no sustraen los cables de electricidad domiciliaria porque eso haría que los vecinos inmediatamente salieran de sus casas y “detectaran” a los ladrones. “Prefieren dejar sin luz la calle que una casa. Así nadie los ve, nadie se queja y pueden dejar como una zona liberada o para robar a transeúntes o para llevarse el cable de cobre y luego venderlo”, detalló Mazzucco.
Por su parte, desde la SAT resaltaron que los robos de cables son una constante: la problemática no es la cantidad sino el daño contundente cuando se sustraen cables de los tableros que dan electricidad a las bombas de los pozos. Por un cable robado, un barrio entero o más pueden quedarse sin agua por dos o tres días. Esa es la diferencia.